Doña Inés del alma mía

Es tiempo de Halloween, disfraces, fanales de calabaza,  caretas, esqueletos, truco-trato y un motivo más de diversión. Así  de eclécticos somos los habitantes de esta piel de toro,  nos da lo mismo de dónde sean las tradiciones, propias o ajenas, no desaprovechamos ocasión para disfrutar de la fiesta entregándonos a ella. Este Aspirante dando rienda suelta a su lado más friky es el primero que se disfraza, y esta noche la pintan calva, de esqueleto, de hombre lobo o de calavera. Esto último va más con el personaje en cuestión.

Pero además  me considero un  tradicionalista en el mejor sentido de la palabra o quizá en el peor. De las tradiciones  de esta época,  se llame Todos los Santos, Halloween, lo que más me atrae aparte de disfrazarme, es la tradicional representación de El Tenorio, justo un día después de Halloween, es decir, en la noche de Difuntos, del 1 al 2 de Noviembre.

La tradición como casi todas, no se sabe muy bien de dónde viene. Al parecer, tiene que ver con que todo el segundo acto tiene lugar en un cementerio, y con la aparición en escena  de un convidado de piedra que viene del más allá, a ajustar alguna cuenta pendiente.

Y hablando de Tenorio, todos tenemos en la cabeza la escena del sofá, donde Don Juan utiliza sus  más persuasivas dotes de seductor,  de una manera sublime, con su: Doña Inés del alma mía, y su: paloma, gacela, hermosa y vida mía. Desde luego el monólogo es sensacional; pero lo que verdaderamente sobrecoge es la contestación de Doña Inés, una novicia de 17 años, envuelta en lágrimas de emoción, pero que no le impiden recitar:

INÉS. Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos, me parece
que mi cerebro enloquece,
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo
imploro
de tu hidalga compasión
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.

Tratándose de amor, siempre me interesó muchísimo más lo que dicen las mujeres que los hombres. Sobre todo si la mujer en cuestión está enamorada o trance de estarlo. Aunque todo lo que se dice en la obra es de sumo interés. Por algo decía el gran académico de la lengua, José María Iribarren: «La pieza literaria que más frases afortunadas ha producido es, sin duda, el drama de Zorrilla Don Juan Tenorio, estrenado en el teatro de la Cruz, de Madrid, el 26 de marzo de 1844″.

Me encanta.

Un comentario

  1. A mí también me encanta l don Juan recuerdo uno versión televisiva en el que el papel de don Juan era interpretado por eso otro crápula llamado Paco Raba,gran persona y murciano de pro.En cuanto a la opinión de las mujeres sobre el amor estoy de acuerdo con usted,siempre es más interesante lo que dicen ellas que lo decimos nosotros.Pero usted y yo somos la excepción dentro del sexo masculino (no se dice género,como piensa alguna pedorra feminista del PSOE,especialmente) porque tenemos la suficiente sensibilidad y brillantez poética y lírica para manifestar a nuestras damas lo enamorados que estamos de ellas.¡ARRIBA ESPAÑA!

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