Una estrella fugaz

Un destello en el cielo, una estrella fugaz, Lágrimas De San Lorenzo. Todos alguna vez nos hemos mirado al cielo  deseando ver la estela de una estrella fugaz para pedir un deseo, un anhelo que no se le puede contar a nadie, dado que existe la creencia de si lo hacemos nunca se cumplirá. En la mayoría de los casos tiene que ver con algo que consideramos imposible, o de muy difícil realización.

Paradójicamente lo hacemos a las  fugaces,  a las que están  en el cielo un único instante; no a las permanentes que están en el firmamento desde hace millones de años  y estarán ahí hasta mucho después que nos hayamos ido, y las cuales, probablemente lo saben  casi todo de deseos, de anhelos, de engaños  y de promesas incumplidas de estos seres diminutos que estamos aquí abajo.

Quizá esa predilección por confesar nuestro deseo a algo tan breve tenga que ver con que en el fondo, por esa sabiduría atávica que tenemos el género humano, heredada de nuestros ancestros, conocemos que por mucho que lo intentemos,  nunca alcanzaremos la felicidad.

A lo máximo que podemos aspirar, pero que sería un pecado imperdonable renunciar, es a disfrutar de momentos felices. Pequeños instantes de felicidad, tan fugaces cómo ese rastro de luz y polvo que tan dichosos nos hacen cuando los vemos en el cielo y  que recordaremos  durante toda  nuestra vida, esperando  que nuestros sueños y deseos se hagan realidad.

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