Oh my dog!

Literalmente, hasta el martes pasado los únicos testículos que había tocado eran las míos, bien para lavarme, colocarme los genitales o porqué no decirlo, en tiempos pretéritos, para buscar autosatisfacción. Pero como ya apunto, eso cambió hace pocos días.

Todo empezó hace tiempo cuando alguien sugirió meter una mascota en casa. Yo en absoluto era partidario de tal decisión, pero cómo dice un amigo mío, mando menos que Chipi. Y a los pocos días hete aquí un cachorro de dos semanas, precioso, color canela, muy cariñoso, con cara de asustado y para colmo al que han “bautizado”, con un nombre que me resulta muy familiar. Está claro, no tuve ninguna duda: un  puro chantaje emocional. Cualquiera lo echaba a la calle.

Y como ocurre con ese amor, que no se busca, pero que te encuentra, fue inevitable que naciera el cariño, el afecto ante un ser tan maravilloso. Pero sucede lo que no se había pensado, ni planificado. Pasa el tiempo, el cachorro llega a la madurez sexual y es imposible encontrarle pareja. Charla con  la veterinaria, guapísima por cierto, y para reducir agresividad y evitar futuros problemas de próstata y riñones, decidimos recurrir a la cirugía. A  mi Chipi le vacían la bolsa testicular.

Cada dos días tenemos que volver para curas, antiinflamatorios y antibióticos; pero también hay que curarle en casa. Adivina, adivinanza, escuchen con atención, es a este Aspirante,  que no quería perro, al que le toca, coger a Chipi y curarle en dicha parte como si fuera una persona a la que se le tiene más que afecto. Es evidente que ya es  uno más de la familia.

Y Rambling, con todo el cariño del mundo, mientras le curo el escroto a Chipi cada ocho  horas. Esto debe ser zoofilia. Oh my God!

8 comentarios

  1. Como bien vaticinó el aspirante a crápula, su primogénita aprobó el examen de inglés. Gracias por su confianza aspirante. Además, de gran veterinario y pitoniso, GRAN PADRE!!
    UN BESO

Replica a El aspirante a crápula Cancelar la respuesta